Yo, el Predicador, repito: ¡Vana ilusión, vana ilusión! ¡Todo es vana ilusión!
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad.
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
«¡Vanidad de vanidades —dijo el Predicador—, todo es vanidad!»
¶ Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad.
¶ Vanidad de vanidades, dixo el Predicador, todo vanidad.
Yo, el Predicador, repito: ¡Vana ilusión, vana ilusión! ¡Todo es vana ilusión!
Yo, el Predicador, repito: ¡Vana ilusión, vana ilusión! ¡Todo es vana ilusión!
¡Pura ilusión! —dice Cohélet— ¡Todo es ilusión!
Vanidad de vanidades, dice el Predicador, todo es vanidad.
El Maestro dice: «Nada tiene sentido, nada en absoluto tiene sentido».
¡Pura ilusión! —dice Cohélet— ¡Todo es ilusión!
Vanidad tras vanidad, dice el Predicador; todo es vanidad.
«Vanidad de vanidades», dice el Predicador, «todo es vanidad».
«Nada tiene sentido —dice el Maestro—, ningún sentido en absoluto».
Lo más absurdo de lo absurdo, ¡todo es un absurdo! —ha dicho el Maestro.
Vanidad de vanidades, Dice el Predicador. ¡Todo es vanidad!
“Vanidad de vanidades”, dijo el Predicador; “todo es vanidad”.
¡Vanidad de vanidades! ¡Todo es vanidad! —Palabras del Predicador.
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad.
Yo, el Predicador, declaro: ¡En esta vida nada tiene sentido! ¡Todo es una ilusión!
Yo, el Predicador, declaro: ¡En esta vida nada tiene sentido! ¡Todo es una ilusión!
El versiculo Eclesiastés, 12:8 de La Santa Biblia consiste en algo que debemos tomar continuamente en cuenta con el propósito de meditar en torno a él.Quizás sería bueno preguntarse ¿Qué trataba de proponernos Dios con el versículo Eclesiastés, 12:8? ¿En qué ocasiones de nuestro día a día podemos recurrir a lo que hemos alcanzado a saber gracias al versículo Eclesiastés, 12:8 de la Santa Biblia?
Discurrir y recapacitar acerca de el versículo Eclesiastés, 12:8 nos ayuda a ser más agradables a los ojos de el Creador del Cielo y de la Tierra y a avanzar en nuestro camino hacia la Gracia de Dios, por eso es conveniente acudir al versículo Eclesiastés, 12:8 en todas aquellas ocasiones en que necesitemos una luz que nos guíe para saber cómo actuar o para traer la serenidad a nuestras almas.