Prométanme, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque, no interrumpir el sueño de mi amor. ¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, Por las gamas y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Por los corzos y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas y las ciervas del campo, que no despertéis a mi amor! ¡Dejadla dormir mientras quiera!
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por las gamas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que él quiera.
Yo os conjuro, ó donzellas de Ieruſalẽ, por las gamas, ò por las cieruas del campo, que no deſperteys, ni hagays velar àl Amor, hastaque el quiera.
Prométanme, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque, no interrumpir el sueño de mi amor. ¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!
Prométanme, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque, no interrumpir el sueño de mi amor. ¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!
Júrenme, muchachas de Jerusalén, por las gacelas y ciervas del campo, que no despertarán ni turbarán al amor hasta que él quiera.
Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalén, por las gacelas o por las ciervas del campo, que no levantéis ni despertéis a mi amor, hasta que quiera.
Mujeres de Jerusalén, júrenme por las gacelas y ciervos del campo que no molestarán ni despertarán al amor hasta que sea el momento indicado.
Júrenme, muchachas de Jerusalén, por las gacelas y ciervas del campo, que no despertarán ni turbarán al amor hasta que él quiera.
Les ruego, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque que no despierten a mi amada. ¡Déjenla dormir!
¶«Yo les ruego, oh hijas de Jerusalén, Por las gacelas o por las ciervas del campo, Que no levanten ni despierten a mi amor, Hasta que quiera».
Prométanme, oh mujeres de Jerusalén, por las gacelas y los ciervos salvajes, que no despertarán al amor hasta que llegue el momento apropiado.
Yo les ruego, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque, que no desvelen ni molesten a mi amada hasta que ella quiera despertar.
Las conjuro, oh hijas de Jerusalén, Por las gacelas y por los venados del campo, Que no despierten al amor Ni lo hagan velar hasta que quiera.
¡Júrenme, oh hijas de Jerusalén, por las ciervas y por las gacelas del campo, que no despertarán ni provocarán el amor hasta que quiera!
Doncellas de Jerusalén, yo les ruego por los corzos y por las ciervas del campo, que no despierten a mi amada, ¡que no interrumpan su sueño, mientras ella se complazca en dormir!
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, Por las gamas y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
Mujeres de Jerusalén, quiero que me prometan, por las gacelas y venaditas que corren por el bosque, que no molestarán a mi amada ni la despertarán de su sueño de amor hasta que ella sola se despierte.
Mujeres de Jerusalén, quiero que me prometan, por las gacelas y venaditas que corren por el bosque, que no molestarán a mi amada ni la despertarán de su sueño de amor hasta que ella sola se despierte.
El versiculo Cantares, 3:5 de La Santa Biblia es algo que hay que tener constantemente presente de tal forma que podamos hacer una reflexión acerca de él. Acaso deberíamos preguntarnos ¿Qué trataba de proponernos el Señor con el versículo Cantares, 3:5? ¿Cuáles son los momentos de nuestro día a día en que seremos capaces de hacer valer aquello que hemos alcanzado a saber gracias al versículo Cantares, 3:5 de La Sagrada Biblia?
Reflexionar acerca de el versículo Cantares, 3:5 nos supone una ayuda a ser más agradables a los ojos de el Creador del Cielo y de la Tierra y a aproximarnos más a Dios, por ese motivo es bueno recurrir al versículo Cantares, 3:5 cuando creamos que necesitemos una luz que nos guíe y así saber en qué forma acturar o para traer la paz a nuestro espíritu.