El ángel le dijo: —No le hagas ningún daño al muchacho, porque ya sé que tienes temor de Dios, pues no te negaste a darme tu único hijo.
Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes á Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único.
Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
El ángel le dijo: —No extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada, pues ya sé que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste a tu hijo, tu único hijo.
Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ahora conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único
Y dixo, No estiendas tu mano ſobre el mochacho, ni le hagas nada, que aora conozco que temes à Dios, que no me refusaste tu hijo, tu vnico.
El ángel le dijo: —No le hagas ningún daño al muchacho, porque ya sé que tienes temor de Dios, pues no te negaste a darme tu único hijo.
El ángel le dijo: —No le hagas ningún daño al muchacho, porque ya sé que tienes temor de Dios, pues no te negaste a darme tu único hijo.
El mensajero le dijo: — No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que obedeces a Dios y ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.
Y el ángel dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; porque ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único.
Luego el ángel dijo: —¡Detente! No le hagas daño al muchacho. No le hagas nada, porque ahora sé que tú respetas y obedeces a Dios. No le negaste a tu único hijo.
El mensajero le dijo: —No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que obedeces a Dios y ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.
―¡Suelta el cuchillo! No le hagas ningún daño al muchacho —le dijo el ángel—. Ahora sé que de verdad tienes temor de Dios, porque no te negaste a darme a tu único hijo.
Y el ángel dijo: «No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada. Porque ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único».
—¡No pongas tu mano sobre el muchacho! —dijo el ángel—. No le hagas ningún daño, porque ahora sé que de verdad temes a Dios. No me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo.
—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.
El Ángel le dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho. Nada le hagas, pues ya entiendo que eres temeroso de ʼELOHIM por cuanto no me rehusaste a tu único hijo.
Y le dijo: —No extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada, porque ahora conozco que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único.
Y el ángel dijo: «No extiendas tu mano sobre el niño, ni le hagas nada. Yo sé bien que temes a Dios, pues no me has negado a tu único hijo.»
Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes á Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único
y Dios le dijo: «No le hagas daño al niño. Estoy convencido de que me obedeces, pues no te negaste a ofrecerme en sacrificio a tu único hijo».
y Dios le dijo: «No le hagas daño al niño. Estoy convencido de que me obedeces, pues no te negaste a ofrecerme en sacrificio a tu único hijo».
El versiculo Génesis, 22:12 de los Textos Sagrados que componen la Biblia es algo que es muy recomendable tomar continuamente en cuenta de manera que podamos reflexionar en torno a él.Quizás deberíamos preguntarnos ¿Qué pretendía manifestarnos el Señor con el versículo Génesis, 22:12? ¿Cuáles serán las coyunturas de nuestra vida diaria en que podemos aplicar aquello que hemos alcanzado a saber gracias al versículo Génesis, 22:12 de la Santa Biblia?
Meditar acerca de el versículo Génesis, 22:12 nos supone una ayuda a ser más agradables a los ojos de el Creador del Cielo y de la Tierra y a elevar nuestra alma hacia Dios, por eso es aconsejable apoyarse en el versículo Génesis, 22:12 todas las veces que nos pueda servir de guía de modo que podamos saber cómo actuar o para traer el sosiego a nuestros corazones.