18 (19) No permitan ustedes que en el templo del Señor su Dios se pague una promesa con el dinero ganado en ese tipo de prostitución, porque esa práctica le repugna al Señor.
No traerás precio de ramera, ni precio de perro á la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es á Jehová tu Dios así lo uno como lo otro.
No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Jehová tu Dios tanto lo uno como lo otro.
No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová, tu Dios, por ningún voto, porque abominable es para Jehová, tu Dios, tanto lo uno como lo otro.
No traerás precio de ramera, ni precio de perro (prostituto del culto pagano) a la casa del SEÑOR tu Dios por ningún voto; porque abominación es al SEÑOR tu Dios así lo uno como lo otro.
¶ No traerás precio de ramerani precio de perro à la Caſa de Iehoua tu Dios por ningun voto, porque abominacion es à Iehoua tu Dios tambien lo vno como lo otro.
»Ningún hombre ni ninguna mujer israelita deberá consagrarse a la prostitución practicada en cultos paganos.
18 (19) No permitan ustedes que en el templo del Señor su Dios se pague una promesa con el dinero ganado en ese tipo de prostitución, porque esa práctica le repugna al Señor.
Ningún hombre o mujer de Israel practicará la prostitución sagrada.
No traerás la paga de una ramera ni el sueldo de un perro a la casa del SEÑOR tu Dios para cualquier ofrenda votiva, porque los dos son abominación para el SEÑOR tu Dios.
No lleves el pago de una prostituta o de un perro a la casa del SEÑOR tu Dios para pagar cualquier promesa, porque estas cosas son reprobables para el SEÑOR tu Dios.
Ningún hombre o mujer de Israel practicará la prostitución sagrada.
»No debes traer a la casa del SEÑOR ninguna ofrenda procedente de las ganancias de ese tipo de prácticas, porque son detestables delante del SEÑOR tu Dios.
No traerás la paga de una ramera ni el sueldo de un perro a la casa del SEÑOR tu Dios para cualquier ofrenda votiva, porque los dos son abominación para el SEÑOR tu Dios.
Para cumplir con un juramento, no lleves a la casa del SEÑOR tu Dios ninguna ofrenda que provenga de la ganancia de un hombre o de una mujer que se haya prostituido, pues ambos son detestables al SEÑO
»No lleves a la casa del SEÑOR tu Dios dineros ganados con estas prácticas, ni pagues con esos dineros ninguna ofrenda prometida, porque unos y otros son abominables al SEÑOR tu Dios.
No llevarás como voto el salario de una prostituta ni de un prostituto a la Casa de YAVÉ tu ʼELOHIM, porque ambos son repugnancia a YAVÉ tu ʼELOHIM.
No traerás a la casa del SEÑOR tu Dios, por ningún voto, el salario de una prostituta ni el salario de un prostituto, porque ambos son una abominación al SEÑOR tu Dios.
»No lleves a la casa del Señor tu Dios la paga de una ramera, ni el precio de un perro, para cumplir con un voto. Tanto lo uno como lo otro son cosas que le repugnan al Señor tu Dios.
No traerás precio de ramera, ni precio de perro á la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es á Jehová tu Dios así lo uno como lo otro.
18 (19) Dios odia a quienes hacen eso, y jamás aceptará una ofrenda de gente así, aun cuando la ofrenda sea para cumplir una promesa.
18 (19) Dios odia a quienes hacen eso, y jamás aceptará una ofrenda de gente así, aun cuando la ofrenda sea para cumplir una promesa.
Es muy recomendable tomar continuamente en cuenta el versículo Deuteronomio, 23:18 de La Biblia para meditar acerca de él. Acaso deberíamos hacernos la pregunta ¿Qué quiso manifestarnos Nuestro Padre Todopoderoso con el versículo Deuteronomio, 23:18? ¿En qué ocasiones de nuestra vida diaria podemos recurrir a lo que hemos alcanzado a saber gracias al versículo Deuteronomio, 23:18 de la Santa Biblia?
Meditar en torno a lo que se refiere el versículo Deuteronomio, 23:18 nos ayuda a ser más agradables a los ojos de el Creador del Cielo y de la Tierra y a elevar nuestra alma hacia Dios, por ese motivo es aconsejable recurrir al versículo Deuteronomio, 23:18 cuando creamos que necesitemos una luz que nos guíe de modo que podamos saber en qué forma acturar o para traer la serenidad a nuestro espíritu.