Después oí una voz muy fuerte, que me gritó al oído: «¡Ya llegan los que van a castigar la ciudad, cada uno con su arma de destrucción en la mano!»
Y CLAMÓ en mis oídos con gran voz, diciendo: Los visitadores de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
Entonces clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: «¡Los verdugos de la ciudad han llegado y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir!»
Y clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los visitadores de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
Y Clamó en mis orejas cõ gran boz diziẽdo, Las visitaciones de la Ciudad han llegado: y cada vno trae en ſu mano ſu instrumento para destruyr.
Después oí una voz muy fuerte, que me gritó al oído: «¡Ya llegan los que van a castigar la ciudad, cada uno con su arma de destrucción en la mano!»
Después oí una voz muy fuerte, que me gritó al oído: «¡Ya llegan los que van a castigar la ciudad, cada uno con su arma de destrucción en la mano!»
Lo oí después gritar con voz potente: — Que se acerquen los que van a castigar a la ciudad, cada uno con su instrumento de destrucción.
Entonces gritó a mis oídos con gran voz, diciendo: Acercaos, verdugos de la ciudad, cada uno con su arma destructora en la mano.
Mientras yo escuchaba Dios gritó con voz fuerte: «¡Que traigan los verdugos de la ciudad! ¡Cada uno traiga su arma!»
Lo oí después gritar con voz potente: —Que se acerquen los que van a castigar a la ciudad, cada uno con su instrumento de destrucción.
Luego el SEÑOR gritó con fuerza: «¡Llama a aquellos a quienes yo he entregado la ciudad para que la conquisten! ¡Diles que traigan sus armas consigo!».
Entonces Dios gritó a mis oídos con gran voz, diciendo: «Acérquense, verdugos de la ciudad, cada uno con su arma destructora en la mano».
Entonces el SEÑOR dijo con voz de trueno: «¡Traigan a los hombres designados para castigar la ciudad! ¡Díganles que vengan con sus armas!».
Después oí que Dios clamaba con fuerte voz: «¡Acérquense, verdugos de la ciudad, cada uno con su arma destructora en la mano!»
Entonces lo oí proclamar en alta voz: ¡Acérquense los verdugos de la ciudad, y empuñe cada uno su arma mortal!
Entonces proclamó con gran voz a mis oídos, diciendo: —¡Acérquense los verdugos de la ciudad, cada uno con su instrumento destructor en su mano!
Y gritó en mis oídos con fuerte voz: «Ya han llegado los verdugos de la ciudad. Cada uno de ellos trae en la mano un instrumento destructor.»
Y CLAMO en mis oídos con gran voz, diciendo: Los visitadores de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
Entonces escuché que Dios gritaba con fuerza: «Ustedes, los que tienen que castigar a Jerusalén, ¡tomen sus armas destructoras y vengan a destruirla!»
Entonces escuché que Dios gritaba con fuerza: «Ustedes, los que tienen que castigar a Jerusalén, ¡tomen sus armas destructoras y vengan a destruirla!»
Es muy recomendable tomar siempre en consideración el versículo Ezequiel, 9:1 de La Sagrada Biblia con el objetivo de meditar en torno a él. Acaso deberíamos preguntarnos ¿Qué intentaba decirnos Nuestro Padre que está en los Cielos con el versículo Ezequiel, 9:1? ¿Cuáles serán las coyunturas de nuestra vida cotidiana en que tenemos la oportunidad de hacer valer aquello que hemos alcanzado a saber gracias al versículo Ezequiel, 9:1 de la Santa Biblia?
El hecho de reflexionar en relación con el versículo Ezequiel, 9:1 nos es de gran ayuda a ser mejores cristianos y a aproximarnos más a Dios, por esa razón es útil apoyarse en el versículo Ezequiel, 9:1 todas las veces que pueda servirnos de guía para saber en qué forma acturar o para traer el sosiego a nuestras almas.