Escarmienta, Jerusalén, porque si no, me apartaré de ti disgustado, te convertiré en un desierto, te dejaré sin habitantes.»
Corrígete, Jerusalem, porque no se aparte mi alma de ti, porque no te torne desierta, tierra no habitada.
Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra inhabitada.
¡Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra deshabitada!»
Castiga Jerusalén, para que por ventura no sea descoyuntado mi alma de ti, para que por ventura no te torne desierta, tierra no habitada.
Castiga Ieruſalẽ: porque por ventura no ſe aparte mi anima deti porque por ventura note torne desierta, tierra no habitada.
Escarmienta, Jerusalén, porque si no, me apartaré de ti disgustado, te convertiré en un desierto, te dejaré sin habitantes.»
Escarmienta, Jerusalén, porque si no, me apartaré de ti disgustado, te convertiré en un desierto, te dejaré sin habitantes.»
Aprende la lección, Jerusalén, no sea que me hastíe de ti, no sea que te deje desolada, como una región deshabitada.
Sé precavida, oh Jerusalén, no sea que mi alma se aleje de ti; no sea que yo te convierta en desolación, en tierra despoblada.
Aprende tu lección, Jerusalén, y así no me separaré de ti. Si no me escuchas, te convertiré en una tierra destruida y desolada».
Aprende la lección, Jerusalén, no sea que me hastíe de ti, no sea que te deje desolada, como una región deshabitada.
Presta mucha atención, Jerusalén, no suceda que deje de quererte y permita que te arruines completamente.
Sé precavida, oh Jerusalén, No sea que mi alma se aleje de ti; No sea que Yo te convierta en desolación, En tierra despoblada».
Oye esta advertencia, Jerusalén, o me alejaré de ti indignado. Escucha, o te convertiré en un montón de escombros, una tierra donde no vive nadie».
¡Escarmienta, Jerusalén, para que no me aparte de ti! De lo contrario, te dejaré devastada, en una tierra inhabitable».
Corrígete, oh Jerusalén, no sea que mi alma se aparte de ti, no sea que te conviertas en una desolación, en tierra no habitada.
Corrígete, oh Jerusalén, no sea que mi alma se aparte de ti; no sea que yo te convierta en desolación, en tierra no habitada”.
¡Corrígete, Jerusalén! De lo contrario, me apartaré de ti y te convertiré en desierto, en tierra deshabitada.»
Corrígete, Jerusalem, porque no se aparte mi alma de ti, porque no te torne desierta, tierra no habitada.
¡Cambien de conducta, habitantes de Jerusalén! De lo contrario, los abandonaré y convertiré su país en un desierto».
¡Cambien de conducta, habitantes de Jerusalén! De lo contrario, los abandonaré y convertiré su país en un desierto».
El versiculo Jeremías, 6:8 de La Biblia consiste en algo que es conveniente tener en todo momento presente con el propósito de reflexionar sobre él.Quizás deberíamos hacernos la pregunta ¿Qué intentaba manifestarnos Nuestro Padre Todopoderoso con el versículo Jeremías, 6:8? ¿Cuáles son los momentos de nuestra vida diaria en que seremos capaces de recurrir a aquello que hemos llegado a saber gracias al versículo Jeremías, 6:8 de Las Sagradas Escrituras?
Discurrir y recapacitar en torno a lo que se refiere el versículo Jeremías, 6:8 nos supone una ayuda a ser más agradables a los ojos de el Creador del Cielo y de la Tierra y a elevar nuestra alma hacia Dios, por ese motivo es bueno recurrir al versículo Jeremías, 6:8 todas las veces que pueda servirnos de guía y así saber qué pasos dar o para traer la paz a nuestras almas.